LA MADRE PATRIA

                 SERAFÍN Y JOAQUÍN ALVAREZ QUINTERO

ERA UN JARDÍN SONRIENTE

Era un jardín sonriente;
era una tranquila fuente
de cristal;
era, a su borde asomada,
una rosa inmaculada
de un rosal
Era un viejo jardinero
que cuidaba con esmero
del vergel,
y era la rosa un tesoro
de más quilates que el oro
para él.
A la orilla de la fuente
un caballero pasó,
y la rosa dulcemente
de su tallo separó.
Y al notar el jardinero
que faltaba en el rosal,
cantaba así, plañidero,
receloso de su mal:

-Rosa la más delicada
que por mi amor cultivaba
nunca fué;
rosa la más encendida
la más fragante y pulida
que cuidé;
blanca estrella que del cielo,
curiosa de ver el suelo,
resbaló;
a la que una mariposa
de mancharla temerosa
no llegó
¿Quién te quiere?¿Quién te llama
por tu bien o por tu mal?
¿Quién te llevó de la rama,
que no estás en tu rosal?
¿Tú no sabes que es grosero
el mundo?¿Qué es traicionero
el amor?
¿Qué no se aprecia en la vida
la pura miel escondida
en la flor?
¿Bajo que cielo caíste?
¿a quién tu tesoro diste
virginal?
¿En que manos te deshojas?
¿Qué aliento quema tus hojas
infernal?
¿Quién te cuida con esmero
como el viejo jardinero
te cuidó?
¿Quién por ti sola suspira?
¿Quién te quiere?¿Quién te mira
como yo?
¿Quién te miente que te ama
con fe y con ternura igual?
¿Quién te llevó de la rama,
que no estás en tu rosal?
¿Por qué te fuiste tan pura
de otra vida a la ventura
o al dolor?
¿Qué faltaba a tu recreo?
¿Qué a tu inocente deseo,
soñador?
En la fuente limpia y clara,
espejo que te copiara
¿no te di?
Los pájaros escondidos,
¿no cantaban en sus nido
para ti?
Cuando era el aire de fuego,
¿no refresqué con mi riego
tu calor?
¿No te dio mi trato amigo
en las heladas abrigo
protector?
Quién para sí te reclama,
¿te hará bien o te hará mal?
¿Quién te llevó de la rama,
que no estás en tu rosal?

Así un día y otro día
enrte espinas y entre flores,
el jardinero plañía,
imaginando dolores,
desde aquel en que a la fuente
un caballero llegó
y la rosa dulcemente
de su tallo separó...

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
DOLOR DE DOLORES

-Dime, ¿porqué es ese llanto?
-Por una ilusión perdida,
por una reciente herida,
por un nuevo desencanto...

-Pues no llores más... y olvida

-¿Porqué lloras, flor de flores?
-Porque él era dueño mío,
el que me hablaba de amores,
me hiere con desvío...

-Pues olvidalo... y no llores.

-¿Porqué sollozas ahora?
-¡Ay! Ya no alumbra la aurora
ni dará flores mi huerto...
Lloro por mi niño muerto...

-Pues, no lo olvides... y llora.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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JOSÉ DE ESPRONCEDA
1808 - 1842

CANCIÓN DE LA MUERTE

Débil mortal no te asuste
mi oscuridad ni mi nombre;
en mi seno encuentra el hombre
un término a su pesar.
Yo, compasiva, te ofrezco
lejos del mundo un asilo,
donde a mi sombra tranquilo
para siempre duerma en paz.

Isla yo soy del reposo
en medio el mar de la vida,
y el marinero allí olvida
la tormenta que pasó;
allí convidan al sueño
aguas puras sin murmullo,
allí se duerme al arrullo
de una brisa sin rumor.

Soy melancólico sauce
que su ramaje doliente
inclina sobre la frente
que arrugara el padecer,
y aduerme al hombre, y sus sienes
con fresco jugo rocía
mientras el ala sombría
bate el olvido sobre él.

Soy la virgen misteriosa
de los últimos amores,
y ofrezco un lecho de flores,
sin espina ni dolor,
y amante doy mi cariño
sin vanidad ni falsía;
no doy placer ni alegría,
más es eterno mi amor.

En mi la ciencia enmudece,
en mi concluye la duda
y árida, clara, desnuda,
enseño yo la verdad;
y de la vida y la muerte
al sabio muestro el arcano
cuando al fin abre mi mano
la puerta a la eternidad.

Ven y tu ardiente cabeza
entre mis manos reposa;
tu sueño, madre amorosa;
eterno regalaré;
ven y yace para siempre
en blanca cama mullida,
donde el silencio convida
al reposo y al no ser.

Deja que inquieten al hombre
que loco al mundo se lanza;
mentiras de la esperanza,
recuerdos del bien que huyó;
mentiras son sus amores,
mentiras son sus victorias,
y sosn mentiras sus glorias,
y mentira su ilusión.

Cierre mi mano piadosa
tus ojos al blanco sueño,
y empape suave beleño
tus lágrimas de dolor.
Yo calmaré tu quebranto
y tus dolientes gemidos,
apagando los latidos
de tu herido corazón.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

HIMNO A LA INMORTALIDAD

¡SALVE llama creadora del mundo,
lengua ardiente de eterno saber,
pero germen, principio fecundo
que encadenas la muerte a tus pies!

Tú la inerte materia espoleas,
tú la ordenas juntarse a vivir,
tú su lodo modelas, y creas
miles de seres de formas sin fin.

Desbarata tus obras en vano
vencedora la muerte talvéz;
de sus restos levanta tu mano
nuevas obras triunfante otra vez.

Tú la hoguera del sol alimentas,
tú revistes los cielos de azúl,
tú la luna en las sombras de argentas,
tú coronas la aurora de luz.

Gratos ecos al bosque sombrío,
verde pompa a los árboles das,
melancólica música al río,
ronco grito a las olas del mar.

Tú el aroma en las flores exhalas,
en los valles suspiras de amor,
tú murmuras del aura en las alas,
en el Bóreas retumba tu voz.

Tú derramas el oro en la tierra
en arroyos de hirviente metal;
Tú abrillantas la perla que encierra
en su abismo profundo la mar.

Tú las cárdenas nubes extiendes
negro manto que agita Aquilón;
con tu aliento los aires enciendes,
tus rugidos infunden pavor.

Tú eres pura simiente de vida,
manatial sempiterno del bien;
luz del mismo Hacedor desprendida,
juventud y hermosura es tu ser.

Tú eres fuerza secreta que el mundo
en sus ejes impulsa a rodar,
sentimiento armonioso y profundo
de los orbes que anima tu faz.

De tus obras los siglos que vuelan
incansables artífices son,
del espíritu ardiente cincelan
y embellecen la estrecha prisión.

Tú en violento, veloz torbellino,
los empujas enérgica, y van;
y adelante en tu raudo camino
a otros siglos ordenas llegar.

Hombre débil, levanta la frente,
pon tu labio en su eterno raudal;
tú serás como el sol en Oriente,
tú serás, como el mundo, inmortal.

GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER
1836-1870

RIMA IV

No digáis que agotado su tesoro,
de asuntos falta, enmudeció la lira;
podrá no haber poetas, pero siempre
¡habrá poesía!

Mientras las ondas de la luz al beso
palpiten encendidas;
mientras el sol las desgarradas nubes
de fuego y oro vista;

Mientras el aire en su regazo lleve
perfumes y armonía;
mientras haya en el mundo primavera
¡habrá poesía!

Mientras la ciencia a descubrir no alcanze
las fuentes de la vida,
y en el mar o en el cielo haya un abismo
que al cálculo resista;

mientras la humanidad, siempre avanzando;
no sepa a do camina;
mientras haya un misterio en el hombre,
¡habrá poesía!

Mientras hayan unos ojos que reflejen
los ojos que los miran,
mientras responda el labio suspirando
ala labio que suspira;

Mientras sentirse puedan en un beso
dos almas confundidas;
mientras exista una mujer hermosa,
¡habrá poesía!

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

RIMA V

Espíritu sin nombre,
indefinible esencia,
yo vivo con la vida
sin forma de la idea.

Yo nado en el vacío,
del sol tiemblo en la hoguera,
palpito entre las sombras
y floto con las nieblas.

Yo soy el fleco de oro
de la lejana estrella;
yo soy de la alta luna
la luz tibia y serena.

Yo soy la ardiente nube
que en el ocaso ondea;
yo soy del astro errante
la luminosa estela.

Yo soy nieve en las cumbres,
soy fuego en las arenas,
azul onda en los mares
y espuma en las riberas.

En el laúd soy nota
perfume en la violeta
fugaz llama en las tumbas,
y en las ruinas hiedra.

Yo canto con la alondra
y zumbo con la abeja,
yo imito los ruidos
que en la alta noche suenan.

Yo trueno en el torrente
y silbo en la centella,
y ciego en el relámpago,
y rujo en la tormenta.

Yo río en los alcores,
susurro en la alta hierba,
suspiro en la onda pura
y lloro en la hoja seca.

Yo ondulo con los átomos
del humo que se eleva
y al cielo lento sube
en espiral inmensa.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Yo en los dorados hilos
que los insectos cuelgan,
me mezclo entre los árboles
en la ardorosa siesta.

Yo corro tras las ninfas
que en la corriente fresca
del cristalino arroyo
desnudas juguetean.

Yo, en bosques de corales,
que alfombran blancas perlas,
persigo en el océano
las náyades ligeras.

Yo, en las cavernas cóncavas,
do el sol nunca penetra,
mezclándome a los gnomos,
contemplo sus riquezas.

Yo busco de los siglos
las ya borradas huellas,
y sé de esos imperios
de que ni el nombre queda.

Yo sigo en raudo vértigo
los mundos que voltean,
y mi pupila abarca
la Creación entera.

Yo sé de esas regiones
a do un rumor no llega,
y donde informes astros
de vida un soplo esperan.

Yo soy sobre el abismo
el puente que atravieza;
yo soy la ignota escala
que el cielo une a la tierra.

Yo soy el invisible
anillo que sujeta
el mundo de la forma
al mundo de la idea.

Yo, en fin, soy ese espíritu,
desconocida esencia,
perfume misterioso,
de que es vaso el poeta.

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RAMÓN DE CAMPOAMOR
1817-1901

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

QUIÉN SUPIERA ESCRIBIR

Escribame una carta, señor cura.
- Ya sé para quien es.
¡Sabéis quién es porque una noche oscura
nos vistes junto! - Pues.
-Perdonad, más....,
-No extraño ese tropiezo.
La noche....., la ocasión...
Dadme pluma y papel. Gracias. Empiezo:
Mi querido Ramón:
-¿Querido?... Pero, en fin, ya lo habéis puesto...
-Si no queréis... ¡Si, si!
-¡Qué triste estoy! ¿No és eso?
--Por supuesto...
-¡Qué triste estoy sin ti!
-Una congoja al empezar me viene...
-¿Cómo sabéis de mi mal?
-Para un viejo, una niña siempre tiene
el pecho de cristal.
-¿Qué sin ti el mundo? Un valle de amargura.
-¿Y contigo? Un Edén.
-Haced la letra clara, señor cura;
que lo entienda eso bien.
-El beso aquél que de marchar a punto
te dí... -¿Cómo sabéis?
-Cuando se va y se viene y se está junto,
siempre... no os afrentéis.
-Y si volver tu afecto no procura,
tanto me hará sufrir...
--¿Sufrir y nada más?
No, señor cura,
¡Qué me voy a morir!
-¿Morir? ¿Sabéis que es ofender al cielo?...
-Pues, si señor: ¡morir!
-Yo no pongo morir.
-¡Qué hombre de hielo!...
¡Quién supiera escribir!
¡Señor rector, señor rector! En vano
me queréis complacer,
si no encarnan los signos de la mano
todo el ser de mi ser.
Escribel , por Dio , que el alma mía
ya en mi no quiere estar;
que la pena no me ahoga cada día
porque puedo llorar;
que mis labios, las rosas de su aliento,
no se saben abrir;
que olvidan de la risa el movimiento
a fueza del sufrir;
que mis ojos, que él tiene por tan bellos,
cargado con mi afán,
cómo no tiene quién se mire en ellos,
cerrados siempre están;
que es, de cuántos tormentos he sufrido,
la ausencia el más atroz;
que es un perpetuo sueño de mi oído
el eco de su voz....
Que, siendo por su causa, el alma mía
goza tanto en sufrir!...
¡Dios mío, cuantas cosas le diría
si yo supiera escribir!...

-Pues señor, ¡bravo amor! Copio y concluyo:
A don Ramón... En fin,
que es inútil saber para ésto, argullo,
ni el griego ni el latin.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

EL BESO

Vas comprendiendo, Asunción
que es el beso la expresión
de un idioma universal
que es inextinto caudal,
de una en otra encarnación
y desde una y otra edad:
En la mejilla es: "bondad"
en los ojos: "Ilusión"
en la frente: "Majestad"
y entre los labios: "Pasión"

Tamen

   
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