LEÓN SIGÜENZA
1895-1942

        El género de la Fábula pertenece a la literatura, su aparición fue espontánea y entre los grandes de todos los tiempos se encuentran Esopo, Hesiódo, LaFontaine, Juan Ruiz -Arcipreste de Hita-, Samaniego, Fenelón. En América se encuentran R. Pombo, García Goyena, Fray Matías Cordova.
        Es la moraleja el espíritu viviente de la Fábula, siendo la narración el cuerpo de ella; es una forma de lenguaje que usa la metáfora y el símil donde los elementos Moraleja y Narración son su lenguage exteriorizado; si hay ficción, ella está supeditada a la acción y su mensaje.
        Entre los Fabulistas Cuscatlecos tales como David Escobar Galindo y Francisco Reyes; Leon Sigüenza fué único en el género. Nacido en Cojutepeque, Sigüenza simbolizó la Fábula Satírica, usando muchas facetas y elementos para su fabulación, y Sigüenza lo usó cómo forma de aconsejar a los políticos, y exaltando virtudes y vicios de los humanos con gran eufemismo y vitalidad. También exploró el campo de la poesía donde versifica la brevedad de la vida, modulada en el bien y el mal.
        Todo el material proveído en esta sección es compilado de obra Fábulas (Clásicos Roxil-1996)
 

FÁBULAS

LOS DOS BURROS
 
Caminaban dos Burros compañeros
contemplando los campos placenteros
y las magnificencias del paisaje
que ostentaba a sus plantas la cañada,
y allá, en el horizonte, la alborada
de sutil y magnífico ropaje.
 
Aquel que, de los dos, quiso el destino
que no llevara carga sobre el lomo,
interrumpía a ratos su camino,
daba corcovos sin ningún aplomo
y luego, rebuznando satisfecho,
avanzaba otro trecho.
 
En la abrupta montaña
estaba la cabaña
donde vivía un leñador, del dueño;
y en el día del cuento
el amo recibió con duro leño
al Burro que llegaba más contento.
 
Ya pasado aquel susto
de palos: -Hombre injusto
le dijo el Burro de coraje lleno
-¿por qué me has apaleado en demasía?
No traigo carga ni el molesto freno
que me indica el deber de cada día.
 
El amo le contesta:
-Si subiendo la cuesta
y viniendo, por cierto, muy cargado,
hace ratos llegó tu compañero,
¿por qué, dime, sin carga te has tardado
cuando debíste de llegar primero?
 
Cargados de atenciones
y mil obligaciones
hay pobres estudiantes doctorados,
pero ante algunos "fósiles" discurro:
¡Hay ricos estudiantes rezagados
que merecen mas palos que este Burro!

 

 

 

 

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EL CAZADOR Y LOS PERICOS
 
Cazador de bellas aves
que ni recuerdo cómo se llama
quería plumas finas y suaves
para el sombrero de una gran Dama.
 
Llego hasta el monte con municiones
buscando un ave de real plumaje,
y por exceso de precauciones
se oculta al punto tras un ramaje.
 
Pájaros Bobos pasan en tanto,
como Talapos y Clarineros,
pero sus plumas de poco encanto
no eran muy propias para sombreros.
 
Ya regresaba para su casa
cuando a lo lejos, vio que venía
una familia de aves que pasa
haciendo inútil algarabía.
 
Vaya -se dijo- no la he perdido
y no reniego de este mi viaje,
pues esas aves con tanto ruido,
no hay duda, tienen bello plumaje.
 
No tuvo límites su mudo asombro
cuando vio que eran sólo Pericos.
Colgó sus armas, levantó el hombro
y dijo riendo: ¡Plumones ricos!
 
Y don tal chasco muchos revistas
y libros nuevos de pelagatos
que hacen gran ruido con sus conquistas
a fuerza de oro, bombos y platos.
 

 LA CIGARRA Y LA HORMIGA 
Todo el verano la Cigarra canta
y durante el invierno
le pide a doña Hormiga
su vecina, le dé algún alimento.
La previsora Hormiga se lo niega
diciendo más o menos:
- Si hubieses trabajado en el verano
tendrías un granero.
¿Cantaste en el verano? Ahora baila,
aunque pese a tu cuerpo,
porque el que no trabaja cuando debe
ha de vivir hambriento.
Esto cuenta Iriarte y La Fontaine,
fabulistas de peso,
tan sólo por dañar a la Cigarra
que es digna de respeto.
Y por desprestigiar a la citada
sus apólogos fueron,
a mi juicio, contrarios a la Hormiga
que vive en el descréditoPorque siendo la Hormiga laboriosa,
tendría mas aprecio
si hubiese sido generosa y buena
con la amiga del cuento.
Y sobre el mismo tema de que trato,
veraz y justiciero,
voy a narrarles la siguiente fábula
que le aprendí a mi abuelo.
Era precisamente el mes de agosto,
caluroso y molesto,
a la hora en que el sol evaporaba
la humedad del terreno;
a la hora en que innúmeros reptiles,
sitibundos insectos,
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
buscaban sobre mustias florecillas
algún líquido fresco,
cuando llegó la Hormiga jadeante
al tronco de un pepeto,
en cuyas ramas vive la Cigarra
después del crudo invierno.
- Buenos tardes, señora doña Hormiga,
verla buena celebro,
(le dijo atentamente la Cigarra
acercando un asiento).
-Veci, amiga (la Hormiga responde),
apurada me encuentro
llegaron a la casa mencionada
buscando salvamento.
La Cigarra contaba como siempre
y les salió al encuentro.
Dice: -Sean ustedes bienvenidas,
lléguense a mi aposento,
y mitiguen la sed en mi bodega
mientras yo aquí me quedo
cantando las canciones del verano
a la luz de los cielos.
Las hormigas entraron presurosas
hasta el abrevadero
y apagaron la sed que les causaba
indecible tormento.
Como vio la Cigarra que tardaban
entró a sus aposentos
y al entrar, las Hormigas la aprisionan;
después se la comieron.
Para tener por siempre asegurado
aquel abrevadero,
mataron a la dueña generosa
esos viles insectos.
Que con tal de saciar sus apetitos
olvidan los perversos
que al protector se le respeta siempre
con agradecimiento.
 
EL SUNCHICHE Y EL ZOPILOTE
 
Dicen que analizada con paciencia.
Una gota de agua,
se forma fiel concepto de la fuent
de donde es tomada.
 
Y que si un rayo de la luz recoge
la barra prismática
en él se estudia el sol perfectamente
con pocas miradas.
 
Sobre el particular he formulado
una de mis fábulas,
que está para el asunto de que trato
como ni pintada.
 
Hallábase un Sunchiche entre unas piedras
de su nido estaba
y por un agujero la cabeza
un poco asomaba.
 
Un joven Zopilote con sardonia
se rió al divisarla.
Vaya -dijo- qué extraña y horrorosa
es esa tu calva.
Con ese cuerpo singular desnudo
de piel colorada,
se han de reír los animales todos
en tus propias barbas.
 
Contémplame y envidia mi plumaje
Que parece capa,
Que en el invierno rudo me guarece
Del frío y del agua
 
Pues mírame mi cuerpo, hermano mío,
(dijo el de la calva)
y verás si no soy un animal
de tu misma casta.
 
Solamente me has visto la cabeza
que es lisa y pelada,
y ya juzgas a toda mi persona
también desplumado.
 
Por una parte no se infiere el todo
ni se infiere nada,
pero esto, sobre todo, es aplicable
a obras literarias.
 
Pues es una verdad la que hoy repito,
aunque es muy trillada:
a ningún escritor se justiprecia
por una obra mala.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

EL AUTOMÓVIL Y LA LOCOMOTORA

Una Locomotora
le dijo al automóvil: Apostemos
que no llegamos a la misma hora
a cualquiera ciudad que señalemos.

Querida amiga mía,
-el Auto cortésmente le contesta-
no és tu velocidad como la mía.
Voy a ganar. Acepto tal apuesta.

Se ponen en camino.
Ciento veinte kilómetros por hora
hacía el Automóvil peregrino.
Y treinta menos la Locomotora.

Transcurrido algún tiempo
de esa larga carrera interminable
sufrió el Auto un notable contratiempo
pues el camino estaba intransitable.

Y la Locomotora
echando negras bocanadas de humo,
sin encontrar obstáculos, devora
el camino de hierro que presumo.

El Automóvil dijo:
-Va mi competidora muy deprisa
y que la apuesta ha de ganar, colijo
porque sobre sus rieles se desliza.

La apuesta fue ganada
por la Locomotora de mi cuento
y después de la épica jornada
musitó el Automóvil:

El triunfo está en la mano
del que tiene un ideal bien definido
y no en las del humano
que hubiere su brújula perdido.

 

EL PERRO Y EL GATO

La Señora Política tenía
un Perrillo faldero,
y un gato zalamero,
a los que acariciaba todo el día.

Por razones que ignoro hasta la fecha,
cambia de domicilio
y busca en el exilio
una senda de luz menos estrecha.

Al compañero Gato dijo el Perro
antes de la partida:
-Nuestra suerte está unida
a la que tenga el ama en el destierro.

El Gato le contesta: -Yo no puedo
seguirla, caro amigo,
porque en verdad te digo
que soy fiel a la Casa. Aquí me quedo.

El mismo cuento exactamente pasa
en cuestiones morales
donde hay Perros leales
y Gatos que se quedan en su casa.

¿Cambia Doña Política de puesto?
El Perro no la deja
y con ella se aleja;
pero el Gato es leal al Presupuesto.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

LA VÍBORA Y EL ALACRÁN

Con palabras de insólita ironía
la Víbora astuta a un Alacrán
de éste modo decía:
-Si un pisotón me dan
muerdo inmediatamente al que me toca
y entonces por mi boca
segrego ese mortífero veneno
que inoculo en el hombre: es mi venganza.
Pero tú sólo dañas por dañar
(perdona mi confianza)
y porque sientes gusto por picar
esa epidermis tibia y delicada
del hombre que se pone a tus alcances.
Y si en ambos percances
los dos somos dañinos, tú eres peor,
puesto que yo que tengo entre la gente
una fama tan mala
creo que mi maldad nunca se iguala
a la tuya, que siempre diligente
picas por el extremo y das el frente.
El Alacrán entonces contestó:
-Pues lo que hago yo
siempre lo hacen los hombres de este tiempo
que se muestran amigos por delante,
y por detrás entierran un punzante
aguijón, por envidia o pasatiempo.

Quiero significar que los humanos
en esta Tierra hermosa,
tiran piedras, esconden ambas manos,
y la cara la muestran amistosa.

Tamen

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