JOSÉ E. ROSALES
-AMAYULUTL-

        José nació en Sensuntepeque, Cabañas, en 1964, vivió sus primeros cinco años en un cantón localizado cerca de San Ramón, Cojutepeque, luego regresó a vivir en Sensuntepeque donde recibió su educacion primaria en la escuela "Fermín Velasco". Comenzó su bachillerato en el Instituto de Nacional de la misma ciudad, pero luego se fue a San Salvador a estudiar artes en el CENAR (Centro Nacional de Artes) donde se graduó en 1987, en la especialidad de música. Tomó clases de literatura en el Universidad de El Salvador y en la Universidad Isaac Newton de San Salvador, los cuales no concluyó dada la situacion socio-política del país. Trabajó de profesor de música en el CENAR y en la escuela Casto Valladares de San Juan Opico. Emigró a USA en 1991. En la actualidad vive en Michigan. Sus cuentos reflejan el estilo vivaz y tradicional del maestro Salarrué del cual es un admirador.

 

DELIRIO

(la pasada de cuento cuando Amayulutl se pusuapija por primera vez)

       La mayoría de nojotros los adultos hemos tomado aguardiente alguna vez... Mientras que unos decidieron alejarce de ella por variadas razones, otros hemos continuado disfrutando de los viajes imaginarios en que los tragos nos embracan...
        Este cuento es para que esos que han dejado tiempo atrás su primera borrachera, hoy puedan recordarla y contarla con lujo de detalle a sus familiares y amigos, sin tener que priocuparse que su mama los vaya a cachimbiar por chichipates.
       Tatita chepe era un hombre alto, manos güesudas como de muerto, callosas, fuertes como de fierro. Forjadas en el yunque del trabajo diario en la milpa y la zafra, le decíamos tatita por que estaba viejito, era hermano de mi abuelita Vicenta (la mama Chenta)…
       Si el recuerdo no me engaña, tata Chepe debe haber tenído sesenta ó setenta años dedá; lo recuerdo soltero, tuvo novias asigún nos contaba, pero nunca tuvo cipotes; diacuerdo con su opinion no fue por razones religiosas ni por miedo a ningun Dios, síno por que para él trer hijos al mundo a trabajar de sol a sol para patrones usureros como el suyo. era el principal de los pecados capitales... Por eso, lo único que sus manos más acariciaron como amante empedernido, fue el mango del arado, la reja de éste cuando se atasca en las rocas y se parte en dos, el lomo de los bueyes, el filo de su guasisama…Pasábase, horas afilándola disque pa matar el tiempo...
       Tatita chepe se vertía con camisas de manta, hechas de las bolsas en que antes vanía la asucar chelita; las ponía en lejiya dos ó tres días, aún así podías leer atravesado enelomo de viejo: "superior azucar refinada" en letras rojas…Sus pantalones tenían tantos remiendos que vos nunca hubieras adivinado su color original…..Al verlos tendidos en los talpetates después de lavados parecían banderas de países lejanos que idenlifican al pobre onde quiera que vá…
       Un día, mi amigo Carlitos, el moco y yo, estabamos bajando nísperos a garrotazos del palo de ño Toño calabera, cuando lo vímos asomar de la milpa; se paso la talanguera y rodó a la calle una llanta michelin que sialló trabada entre chiriviscos alir decervando la milpa; triya risa en la cara, como si las golornisas le vieran venído contado chistes pol camino. esa misma trade, tata Chepe se atario cortando caites parél y para yo, pero no los terminó, le hicieron falta las correas… Como no tenía riales fue onde mama Chenta (su hermana) y le pidió un sombrero de palmas estilo playero de los quella tejía, y el domingo, antes quel gallo cantara, tatita Chepe arrancó pa Cojutepeque, pidió al talabartero del pueblo que a cambio su sombrero le diera unas correas. - yo creo que vos has visto ó has óido decir como algunas gentes del pueblo, los aprendices de burgués y burgueses mismos menosprecian al campesino, y más cuando lo ven delcalzo, vistiendo ropas parchadas y quihabla sin seguir regla gramatical alguna-…
       El viejo talabartero con mirada despectiva, le dió casi tiradas tres piezas de cuero. El trueque fue deshigual… tatita chepe se calla…una vez más se calla…se quedensociego…
       Se regresó pal canton, preparó las correas, terminó sus guaraches tal como los quería, dió sus primeros pasos con su pies calzados y se sintió invensible…Ya no habría piedra que lo trompesara ni espina que lo punzara….
        El canton onde tata Chepe vivió -abajo de San Ramon- tiene la tierra blanca, porosa y gracias la los Dioses. Muy fértil, !tenía vereditas por todos lados! ¡y Tata chepe sabía paronde ívan todas ellas!…
       Recuerdo que me gustaba caminar detrás dél; seguir sus marcas de llanta a lo largo del vericueto. Poner mi guella de niño en el centro de sus huellas…
       Antes que la milpa jilotiara, porái por -Julio o Agosto- tata Chepe levantó una choza con techo como mediagua en la mera panza del cerro, la partialta pal frente pa poder devisar la milpa, la parte diatras bajita bajita que cuando hacía brisa el sacate cosquillaba las dormilonas…
       Debajo deste ranchito protejidos del sol, pasamos horas enteras espantando tortólas, cingos, sanates…
       -¡Pió pió pió pió Huuuu !! -y ¡pun! la pedrada con la ondilla, a modo de no tronchar las matitas…
        A los pocos días destar en el cerro haciéndole de espantapajaros vivientes, vi un millar de torcazes posarse en las puntas del máis, pregunté al Tata chepe -por pura curiosidá:
       -¿le digo tatita chepi`ó, comués que los pájaros pueden volar?
       -Suerte que tienen hijo, suerte que tienen, -y ¡ pun! la pedrada con la ondilla a modo se no tronchar la matita…

       Luego se fue pal cantarito en la esquina más frequita de la choza, vació en un guacal de morro, diun agua que nunca me daba, pero llegada la tarde, el viejo no podía ni pararse. Tirado en el polvo fresco del rancho hablaba y hablaba, ojos cerrados como dormido, disparando pensamientos al azar…. Como piezas de rompecabezas que me an tomado la vida entera descifrar, me contaba historias diantes, de la gigantesca serpiente que vivía en la profundidades del rio jiboa, de como auyentar al cadejo sin enojarlo, de técnicas pa sembrar tunasmil, de tradiciones desaparecidas, de como hablare a las mujeres, de política y políticos…y ecupía al decir políticos…hoy sé porqué.
       El día que me chupé, amanecio caliente y estubo caliente todo el día, tata Chepe me llevó a la milpa, me dió a cargar sus alforjas, pasamos pol poso del guarumo llenando el tecomate del agua que yo tamaba, y bañandonos; el agua astaba ¡tan fria! que la primer guacalada que tata Chepe mechó, pareció arrancarme pedazos lomo, no pude ni respirar por un rato, creí caer muerto…
       -¡No se miagüeve cipote! -me dice mi tata Chepe, sonrriente, desnudo, ¿usté es hombre verdá?
¡¿verdá?!…
       -sí tata, sí…

       Les juro que en el momento no estube tan seguro,¡¡eságua puta mestaba matando!!, luego de entre los matochos al az del guarumo, sacó una pelote jabon de cuche, embarró mi cabeza con ella; luego se vañó él, y nos fuimos cerro arriba. Ya se devisaban palomas en la milpa…
       El sol estuvo perro de caliente, los cerros diallá bien lejos parecían explotar en inmensas bolas de fuego, en guapor que emanaba de los gramales en la zabaneta, copiaba perfectos los pájaros volando raso. Tata chepe menguó su calor yendo a su cantarito una y otra vez…
       -Vos tomá del tecomate -me decía-…
       -Pió pió pió pió Huuuu!!
       -pió pió pió pió Huuuu!!

       Nos halló la terde espantando palomas, cingos, sanates…Tata Chepe estaba otra vez acostado en polvo, diparando palabras al azár, alimentando a mis oídos su ensalada filosófica con sabor campesino, y quizás cansado de platicarme sin que yo contestara nada, se fué tambalenado al cántaro, vació en el guacal de morro la toma color café.
       -¿has óido hablar de la ambrosia el néctar de los dioses? -pregunta con seriedá-
       -no tata no.
       -es por que no existe hijo, ¿has óido hablar de la chicha el néctar de los pobres?…es este, probálo…

       Se quitó el sombrero, me quíto el mío, miró a los cerros, al viento, al norte , al sur. Como haciendo un ritual, me vió sin pispiliar con su cara arrugada, puso el guacal el mis manos, bebí todo de un sorbo…
       El sol se puso, las áves se fueron, tata Chepe quedó dormido, yo estaba felíz. Sentía volar igual que las tortólas sobre el campo de maíz…
       -Y pió pió pió huuuu!!!. pió pió pió huuuu!!!… Le grité a los grillos…..

       
y siacabuche!

LA CASA EN EL CRÁTER

        De las cosa que más recuerdo cuando era un cipote creciendo en Sensuntepeque, son las leyendas de brujerías y pasadas de miedo contadas por los encianos del pueblo; en alguna reunión nocturna, como un casamiento, cumpleaños o talvés un velorio - no hay mejor tiempo que esos…..Algunas historias, son tan viejas, que su orígen se pierde en la niebla del tiempo, otras son tan nuevas que nos permiten a los jóvenes preguntarnos: -¿En verdad existen la brujas?, si existen, ¿en realidad tienen el poder de crear y destruir igual que Dios?¿es cierto que uno puede vender su alma al diablo como lo hizo Don chon?...
        Cuando era un adolecente, en la escuela a la que yo asistía había un estudiante cuya apariencia y actitud eran completamente diferentes a la de todos los demás cipotes compañeros de farra. Nos conocímos jugando chibolas en los patios de la escuela Fermín Velasco, luego nos vimos otro par de veces jugando trompo y chibolas en uno de los predios baldíos que la ciudad había designado para el comercio de cuches los días jueves. En el centro de éste, había una gigantesca ceiba, que indudablemente había estado allí por centurias, proveyendo a los comerciantes un poco de sombra, mientras éstos afanadamente regateaban el precio de su Tlodosa mercancía.
        No muy lejos de allí, al otro lado de la calle, comenzaba una zona boscosa, propiedá de Ño Chon, padre de mi amigo Lencho, a quién al poco tiempo de haber conocído, mi curiosidad por su misteriosa actitud, apariencia y naturaleza en ocasiones extremadamente violenta; me condujeron a preguntarle a mi mama: -¿Por qué será que Lencho es todo raroso mama?. El terror que sus hojos reflejaron fue inmenso y me sorprendió, luego de un momento trató de disimularlo preguntándome: -¿Son amigos ustedes? -Sí, somos amigos, pero a veces le tengo miedo, él es muy bravo y no deja la navaja…-¡Mucho cuidaduhijo! hastoy nadie a podído comprobarlo, pero dicen que la avaricia de Ño Chungo lo ha llevado a venderle su alma ¡al diablo!...y no sólo la suya síno también la de toda su família…quiere todo el pisto para él y sólo para él, por eso, toda su familia viste casi como vagabundos. De seguro que tampoco los alimenta muy bien ¿no me digás que no tiás fijadueneso?... Hace mucho tiempo - siguió diciéndome - ellos tenían una próspera plantación de café, y cuando era tiempo de cosecha, contrataban gente para la corta y la pepena, y algunos de los trabajadores recuerdan haber visto en el corazón de la plantación, una casa hecha de bahareque, nadie nunca llegó muy cerca de ella, con solo verla de lejos el cuerpo se erizaba; tené cuidaduhijo, nuagarés mucha confianza, dicen que la Ña Chepa tuvo más hijos y que`l viejo los sacrificó en nombre del demonio a cambio de pisto…Señalando con el dedo hacia onde comenzaba la finca, me dijo al final: -Nunca crucés ese cerco por ninguna razón ¡hasta podrían matarte!...Nerviosamente me persinó y encomendó mi alma al cielo, luego me dió la espalda y continuó remendando mi desgastado uniforme escolar.
       Las palabras
"nunca crucés ese cerco" quedaron resonando en mi mente por unos días.Y como el perfecto hijo que yo era, terminé por olvidarlas. Fuí y creo que siempre seré más curioso que`l gato o que`l venado, y quería ver si en verdad había una casita abandonada en el centro de bosque, y no sólo eso, también quería ver que había dentro de ella. Después de maditarlo por más de una vez, concluí que mi curiosidad y mi coraje no eran suficientes, si quería aclarar el misterio de la extraña casa en la finca; necesitaba compañía, y sabía exactamente a quién recurrir. No lejos de allí vivía una amiga mía muy querida, yo sabía que su curiosidad era tan grande como la mía, y no me costó mucho convencerla que se uniera en mis planes. Curiosos y asustado, asustados y curiosos, esa fresca tarde de octubre, casi de noche, nos aventuramos en aquella macabra búsqueda. El área que escogímos para penetrar la propiedad, estaba guardada por una plantación de piña de castilla, era imposible cruzarla sin dejar por lo menos un pedazo de piel colgando en las espinas. Agarrados de la mano nos adentramos en la finca, ésta era tan espesa en el centro que`l sol esporádicamente, y apenas, colaba sos rayos en la cumbre de los árboles, y casi ninguno lograba llegar a tocar el suelo cubierto por millones de hojas secas; el bosque tenía aprisionado un pedazo de noche entre sus ramas, era el paraíso de los pájaros nocturnos, había toda clase de árboles frutales cosechando en abundancia. Momentáneamente, olvidamos nuestro objetivo, nos dedicamos a probar tantas frutas como pudimos; tiradas en el suelo podías ver centanares de manzanas pedorras de tamaños nunca visto antes, había toda clase de guayabas tan grandes y dulces como en ningún otro lugar, de momento también olvidamos que de acuerdo a los rumores, estábamos invadiendo el lugar más extraño del pueblo, y talvés el más peligroso, pero en nada de eso pensamos; nuestra admiración por aquel extraño lugar era interminable. En algúnas áreas, la capa de hojas secas tan gruesa que nos cubría hasta las radillas; mientras nos internábanos lentamente buscando la casa, un grito desaforado de Patricia, me sacó del minitrance en el que las dulces frutas me tanían; ella se había quedado inmóvil, pálida, con su boca semiabierta, su ojos expresaban admiración absoluta, como si hubieran visto de frente a la muerte misma; exaltadamente pregunté: -¡¿Qué pasa?!, a punto de llorar y con palabras entracortadas me dijo: -Una culabra…-¿onde? -Debaju`e las hojas, encim`e mis piés…me contestó con tamblorosa voz y queriéndose correr. -Shhh...no te movás...
       
¡Era enorme! parecía ir deprisa, todo lo vimos fue la larga y ancha linia de hojas secas, reacomodándose después que`l reptil había pasado rumbo al pantano que las aguas negras de la ciudad habían formádo cerca del final de la propiedá. Despuesito del susto, Patricia quiso que nos sentáramos por un momento, pero tan pronto como caímos sentados en las raíces de uno de los árboles de mango más altos de la finca, oímos hojas secas quebrándose a cierta distancia, era difícil ver a través de los arbustos de café quién se aproximaba. Escalofríos racorrieron nuestros cuerpos, sabíamos que era él; asustados y curiosos, curiosos y asustados, seguimos el ruido de las hojas secas que íba quebrando con sus piés descalzos. De piel tan dura que ni espinas les calaban.
        Sin sospechar nuestra presencia, el viejo con paso lento, nos guió hasta la mistariosa casa; al verla, nuestros cuerpos sintieron una extraña presencia en el bosque, y más escalofríos extremecieron nuestra espalda, la casa indudablemente era vieja, una gigantesca telaraña conectaba el techo cubierto de hojas secas con un grueso árbol de ojuste, quizá el más alto en toda la propiedá, sus paredes eran de bahareque, tal como mi madre la había descrito días antes, estaba construída en el fondo de un cráter, abierto probablemente por un meteorito, quién sabe hace cuánto tiempo atrás, todo a los alrededores sugería que algo sobrenatural pasaba en el centro bosque, hasta el aire se sentía diferente. Ño Chon llegó a la puerta de la mistariosa casa, saco llave al candado y entró apurado; nosotros estabámos demasiado lejos para poder ver lo qué había dentro, sin embargo, notamos quel candado colgado en la aldaba de la puerta, era nuevo y grande, tenía la forma y el color de los famosos "yale" que en esos días eran los mejores que podía comprarse en el mercado, era por seguro que Ño Chungo guardaba algo valioso dentro de la vieja casa, o por lo menos algo que nadie más que él podía ver.
        En la avertura dajada ondel techo se conecta con las paredes, pudimos ver que había encendido una candela o probablemente un candil, la luz era damasiado débil como para que fuera algo más. De donde nos escondíamos obserbamos la extraña casa, la debilucha luz que medio iluminaba su interior, vimos la luna asomada en la cumbre de los palos, espiándola también, nerviosa como nosotros; sabíamos que era de noche, nos vimos el uno al otro, queríamos quedarnos un rato más, de repente, sin pensarlo, nuestras piernas comenzaron a correr y a correr, no sabemos por cuanto tiempo. Recuerdo que llegamos al río al final de propiedá, cruzamos sus aguas saltando en las rocas que sobresalían del agua, seguimos corriendo en el lodazal hasta llegar a la luz. La primera de las pocas al principio del pueblo, onde comenzaba una vecindá de casas cartón. Fue hasta entonces que nuestros corazónes suavizaron sus latidos; nos vimos el uno al otro y aprovechando por un momento que nadie nos veía, nos dímos un par de besos, talvez tres o séis. Continuamos caminando hasta llegar a la esquina del correo, allí nos separamos cada quien para su casa; yo me fui despacio y preocupado, mis problemas no acababan todavía. Llegué a mi casa pretendiendo estar enfermo, mi madre no me creyó; con cara de descontento me dijo que era tarde, bien tarde, que había estado afuera por demasiado tiempo, no mi`acuerdo que me háiga dado chilillazos, si recuerdo como ayer que me tuvo de rodillas, incado sobre el maicillo que esparció en la sala polvoza de la destratalada casa -Construcción pirata, que alquilábamos calle rumbo a Tronalagua... Ví a Patricia el siguiente día caminando hacia la escuela, me contó que su suerte le había dado la espalda la noche anterior, ella además de incarse sobre el maicillo, recibió unos chiliyazos de parte su abuela, la mama Juanita; lo que si hicimos los dos fue pepenear el maicillo, después destar de rodillas incados por largo rato -era parte de esa forma de castigo practicado las viejitas de esos días.
        No mucho tiempo después de esta singular experiencia, se regó la noticia en el pueblo, que Ño Chon estaba en cama agonizando, luego que había muerto. Todos en el pueblo tenían algo que comentar, especialmente los que en el pasado habían trabajado para el hombre, y que estaban convencidos que Ño Chon tenía pacto con el diablo y que supuestamente nunca moriría, los habitantes más ancianos del pueblo juraban que Ño Chon hacía mucho timpo que ni ¡siquiera envejecía!..…
       Años después, mientras chiviábamos ilegalmente y chupábamos en casa de Gavíno uno de los famosos taúres del pueblo, Lencho me contó que en rialidá su padre había vendido el alma de todos los miembros de su familia a lucifer, pero que uno de los acuerdos era que nadie de su familia dabería asistir a ninguna iglesia cristiana; y que la Ña Chepa nunca había estado completamente de acuerdo con la forma de vida que su esposo había impuesto sobre toda su família, y cansada de tanto aislamiento, presintiendo que su muerte estaba cerca; el día que ella cumplía setenta y cinco años de vida, había decidido ir a la iglesia a confesarse con el cura, y celebrarlos con una misa en la iglesia Santa Barbara, y que la Ña Chepa al hacer esto, había roto el maléfico contrato entre el diablo y su esposo, y que sólo unos meses después del cumpleños de su madre, su papa había caído enfermo Lencho también me contó, que su padre había estado agonizando por semanas enteras entes que la noticia se esparciera por la toda la cuidad. y que habían terminado por llamar al cura debido a los extraños ruidos que en las noches mantenían a toda la familia sin poder dormir; el día que llamaron al párroco, fue cuando todas las fotos que colgában en las paredes de la casa, amanecieron quebradas !y sin haberse caido al suelo¡. El cura llegó a la casa de Don Chon a eso de las diez de la mañana, roció agua bendita por toda la casa y bendijo cada objeto que había en ella, luego, dió comienzo a uno de los exorcismos que ni él ni nadie de los presentes olvidarían por el resto de sus vidas… al ir progresando el exorcismo, la agonía de Don Chungo se volvía más dolorosa, en la habitación estaban toda la familia del moribundo, quienes hasta ese momento se encontraban mas asustados que tristes.
        El cura, sosteniendo a la altura de su cara una cruz de plata, gritó en latín el conjuro salvador, su mano temblando y sudorosa hizo en la frente de Don Chungo una cruz de ceniza, preguntóle en voz alta y nerviosa si sabía porqué no podía morirse.... Inmóvil y casi inconciente, Ño Chungo balbuceó: -El pisto...quemen... el pisto... El sacerdote corrió fuera de la habitación y gritó a los vecinos y curiosos que se hallában aglomerados en el patio polvoso de la casa: ¡¡QUEMEN EL PISTO!!..... Todos en la cuidad y mas allá, sabían de la extraña casa en el fondo del crater en la parte más espeza de la finca, al mandato del sacerdote, los hombres más valientes, armados con agua bendita, camándulas, cruces, machetes y pistolas, carrieron sin perder tiempo a buscar la casa en el cráter, dejando en la carrera sus sumbreros colgados en las ramas de los palos de café. Ño Neftalí, uno de los vecinos de Ño Chungo, fue el primero en llegar a la sólida puerta de la casa, sin pensarlo mucho, disparó dos veces al candado, éste calló humiando al suelo, todos los hombres de un salto cayeron dentro de la casa. Estaba oscuro, en el piso había un ataúd, con dos cirios negros apagados al lado de la cabeza, el pelo se les encrespó del miedo, el hacha que`l mismo Ño Chungo usaba para rajar leña, sirvió para despedazar la tapadera del viejo pero muy bien cuidado ataúd, el interior de éste, estaba repleto de pisto, el más nuevo de los billetes y monedas almacenadas allí, habían dejado de circular cuatro décadas atrás, todo estaba sorpresivamente seco....Sin respirar y con los pelos de punta, los hombres contemplaron por unos pocos segundos aquel tesoro maldito, luego rociaron la casa con gas de candil, de diantro hacia juera.....Nadia racuerda por cuanto tiempo ardió.....Pero todos recuerdan que Ño Chungo no expiró hasta que la última llama de la casa en el cráter jue apagáda por una brisita sin rumbo...-Dendentonces-dijoLencho empinándose la pilsener "he podido dormir bien"…..
       y siacabuche…
       Wednesday, may10, 2000

Tamen

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