GUILLERMO VALENCIA
1873-1943

        Aristocrático y señorial en sus gustos, estilo de vida, y aún en su poesía debido a sus varios servicios diplomáticos y parlamentarios en su país y Europa. Asimiló la cultura europea tras varias estadías en Suiza, Francia y Alemania. En dos ocasiones fue inexitosamente candidato a la Presidencia de Colombia por el Partido Conservador. Nacido en la ilustre y patricia POPAYÁN, una de las más tradicionalmente hispanas del Nuevo Mundo. Guillermo Valencia nunca cortó sus vínculos natales a su amada POPAYÁN. Allí solía recogerse, en el retiro de su residencia de Belalcázar. Fue un versado en lenguas clásicas y modernas.

CIGÜEÑAS BLANCAS

De cigüeña la tímida bandada
recogiendo las alas blandamente,
paró sobre la torre abandonada
a la luz del crepúsculo muriente;

hora en que el Mago de feliz paleta
vierte bajo la cúpula radiante
pálidos tintes de fugaz violeta
que riza con su soplo el aura errante.

Esas aves me inquietan: en el alma
reconstruyen mis rotas alegrías,
evocan en mi espíritu la calma,
la augusta calma de mejores días.

Afrenta la negrura de sus ojos
el abenuz de tonos encendidos,
y van los picos de matices rojos
a sus gargantas de alabastro unidos.

Vago signo de mística tristeza
es el perfil de su sedoso flanco
que evoca, cuando el sol se desespereza,
las lentas agonías de lo Blanco.

Con la veste de mágica blancura,
con el traje de lánguido diseño,
semeja en el espacio su figura
el pálido estandarte del Ensueño.

Y si, huyendo la garra que la acecha,
el ala encoge, la cabeza extiende,
parece un arco de rojiza flecha
que oculata mano en el espacio tiende.

A los fulgores de sidérea lumbre,
en el vaivén de su cansado vuelo,
fingen, bajo la cóncava techumbre,
bacabtes del azul ebrias de cielo...

Esas aves me inquietan: en el alma
reconstruyen mis rotas alegrías;
evocan en mi espíritu la calma,
la augusta calma de mejores días.

Y restauro del mundo los abriles
que ya no volverán, horas risueñas
en que ligó sus ansias juveniles
al lento crotorar de las cigüeñas.

Ora dejando las heladas brumas,
a Grecia piden su dorado asilo;
ora baten el ampo de sus plumas
en las fangosas márgenes del Nilo.

Ya en el Lacio los cármenes de Oriente
olvidan con sus lagos y palmares
para velar en éxtasis ardiente
al Dios de la piedad en sus altares.

Y junto al numen que el romano adora
abre las alas de inviolada nieve;
en muda admiración, hora tras hora,
ni canta, ni respira, ni se mueve.

Y en reposo silente sobre el ara,
con su pico de púrpura encendida
tenue lámpara finge de Carrara,
sobre vivos corales sostenida.

¡Ostro en el pico y en tu pie desnudo
ostro también! ¿Corriste desalada
a allá do al filo de puñal agudo
huye la sangre en trémula cascada?...

Llevas las vestiduras sin mancilla
-prez en el Circo- de doncella santa,
cuando cortó la bárbara cuchilla
la red azul de su gentil garganta.

Todo tiene sus aves: la floresta,
de mirlos guarda deliciosos dúos;
el torreón de carcomida testa
oye la carcajada de los búhos:

 

 

 

 

 

 

La Gloria tiene el águila bravía:
albo coro de cisnes los Amores;
tienen los montes que la nieve enfría
la estirpe colosal de los condores;

y de lo viejo en el borroso escudo
-reliquia de volcado poderío-
su cuello erige en el espacio mudo
ella, ¡la novia lánguida del Frío!

La cigüeña es el alma del Pasado,
es la Piedad, es el Amor ya ido;
más su velo también está manchado
y el numen del candor, envejecido...

¡Perlas, cubrid el ceñidor oscuro
que ennegrece la pompa de sus galas!
¡Detén, Olvido, el oleaje impuro
que ha manchado la albura de sus alas!

Turban sus vuelos la voluble calma
del arenal -un cielo incandescente-,
y en el dorado límite, la palma
que tuesta el rojo luminar: ¡Oriente!

Tú que adorabas la cigüeña blanca,
¿supiste su virtud? Entristecida
cuando una mano pérfida le arranca
su vagorosa libertad, no anida.

Sacra vestal de cultos inmortales
con la nostalgia de su altar caído,
se acoge a las vetustas catedrales
y entre susgrietas enmaraña el nido;

abandona las húmedas florestas
para bsucar las brisas del verano,
y remonta veloz llevando a cuestas
el dulce preso de su padre anciano.

Es la amiga discreta de Cupido,
que del astro nocturno a los fulgores,
oye del rapazuelo entretenido
historias de sus íntimos amores:

con la morena de ceñida boca,
altos senos, febril y apasionada,
que exangües manos y mirar de loca
que enerva como flor emponzoñada;

o con la niña de pupilas hondas
-luz hecha carne, ¡floración del cielo!...-,
que al viento esparce las guedejas blondas
y es la carnal animación del hielo;

con la rubia de cutis perla y grana,
semítica bariz y azul ojera,
que parece, al travéz de su ventana,
casta virgen de gótica vidriera...

Si pudiesen asidos de tu manto,
ir, en las torres a labrar el nido;
si curase la llaga de su canto
el pensamiento de futuro olvido;

¡ah! si supiesen que el soñado verso,
el verso de oro que les dé la palma
y enquiste, vibrando, el universo,
¡oculto muere sin salir del alma!

Cantar, soñar...,conmovedor delirio,
deleite para el vulgo; amargas penas
a que nadie responde, atroz martirio
de Petronio, cortándose las venas...

¡Oh poetas! Enfermos escultores
que hacen la forma con esmero pulcro,
¡y consumen los prístinos albores
cincelando su lóbrego sepulcro!

NIHIL

Es ésta la doliente y escuálida figura
de un ser que hizo en treinta años mayores desatinos
que el mismo don Alonso Quijano, sin molinos
de viento, ni batanes, ni bachiller, ni cura.

Que por huir del vulgo, corrió tras la aventura
del ideal, y avaro lector de pergaminos,
dedujo de lo estéril de todos los destinos
humanos, el horóscopo de su mala ventura

Mezclando con sus sueños el rey de los metales,
halló combinaciones tristes, originales
-inútiles al sino del alma desolada-.

Nauta de todo cielo, buzo de todo océano,
como el fakir idiota de un oriente lejano,
sólo repite ahora una palabra: ¡Nada!

Tamen
 
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