YO VOY SOÑANDO CAMINOS
Yo voy soñando caminos de la tarde. ¡Las colinas doradas, los verdes pinos, las
polvorientas encinas!...
¿Adónde el camino irá? Yo voy cantando, viajero, a
lo largo del sendero... -La tarde, cayendo está.
"En el corazón tenía la
espina de una pasión; logré arrancarmela un día: ya no siento el corazón".
Y
todo el campo un momento se queda, mudo y sombrío, meditando. Suena el viento en
los álamos del río.
La tarde más se oscurece; y el camino serpea y débilmente
blanquea, se enturbia y desaparece.
Mi cantar vuelve a plañir: "Aguda
espina dorada, quién te pudiera sentir en el corazón clavada."
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CAMINOS
De la ciudad moruna tras las murallas viejas, yo contemplo la tarde silenciosa a
solas con mi sombra y con mi pena.
El río va corriendo entre sombrías huertas y
grises olivares, por los alegres campos de Baeza.
Tienen la vides pámpanos
dorados sobre las rojas cepas. Guadalquivir, como un alfanje roto y disperso,
reluce y espejea.
Lejos, los montes duermen envueltos en la niebla, niebla
de otoño, maternal; descansan las rudas moles de su ser de piedra en ésta tibia
tarde de Noviembre, tarde piadosa, cárdena y violenta
El viento ha sacudido
los mustios olmos de la carretera, levantando en rosados torbellinos el
polvo de la tierra. La luna está subiendo amoratada, jadeante y llena.
Los
caminitos blancos se cruzan y se alejan, buscando los dispersos caseríos del
valle de la sierra. Caminos de los campos... ¡Ay, ya no puedo caminar con ella!
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