- ¡JULIO CÉSAR, UN MAJESTUOSO ROBLE!
- Eras un majestuoso roble fortalecido por tus ramas,
- tu sombra cubrió mi vida mostrando que me amas,
- nunca me faltó tu luz, fuiste un sol: Aurora y ocaso;
- laborioso, te sentía como un águila con tu abrazo.
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- Inyectaste tu sangre para insuflarme vida,
- soy sangre de tu sangre, un alma esculpida;
- glorioso el día en que tus ojos vieron a mi madre
- porque te dio el privilegio de que fueras mi padre.
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- Julio César ¡veni, vidi, vinci! nunca exclamaste,
- enardecidamente mi ser y mi alma fraguaste;
- ¡Al rey Farnaces primero, nunca venciste en Zela!
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- Pero fuiste como un céfiro para mi barco de vela,
- ahora tus ramas producen un sápido resultado
- ¡Amadísimo padre! Te amo por haberme amado.
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- ¡A TI PATRIA QUERIDA!
- Lejos de ti querida patria, ¡Patria querida!
- lejos de donde vi el portal y luz de la vida,
- aunque vivo en una “grandiosa nación”
- este suelo jamás llevaré en mi corazón.
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- En este instante lloro por tu suelo sagrado
- ¡Pulgarcito sufrido, bendito, mi terruño amado!
- ¿Por qué quiso el destino alejarme de tu tierra,
- será que deseaste que sobreviviera la guerra?
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- ¿O porqué quieres que te extrañe y que te añore,
- será porque la vida hoy quiere que por ti llore?
- ¡Divino El Salvador!, desde México hasta Argentina.
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- Soñé que el pájaro de la paz volaba como golondrina,
- tu eras la capital de una nueva nación, la nueva
potencia,
- donde el amor gobernaba junto a la Divina
Providencia.
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- No es transgresión imaginar
- no hay mandamiento que lo impida
- el sentido común, la lógica y la fe
- se encuentran en mi lindero.
- ¡Evita que blasfeme Dios mío!
- e impídelo con tu omnipotencia,
- pero infiero en mi memoria
- que naciste desde los siete vientos.
- Un remolino comenzó a formar tu cuerpo
- Invisible, transparente al ojo humano.
- diáfano como el aire, con átomos impolutos,
- imperceptible, apodíctico a la percepción de fe.
- Prolegómeno a tu creación
- te convertiste en ser espiritual
- con la magnanimidad del universo
- y tu llegaste a ser el universo.
- ¡Eclosión! Intangible como el sol
- de estatura hermética e infinita
- te apoderaste del aire y el espacio
- y hasta el rincón más minúsculo.
- Tu inteligencia te hizo traslúcido
- y te proveyó de omnipotencia,
- te hizo incoloro, indetectable
- con poder, sabiduría y gloria.
- Con energía eterna y total, sin lasitud,
- majestad imponente, origen de la belleza,
- serenidad, orden y agradabilidad;
- con todas las cualidades invisibles.
- Erigiste constelaciones, órbitas planetarias,
- tronaste tus dedos y aparecieron los átomos,
- la organización compleja de las células
- junto a los vientos y el poder del aire.
- Los cielos llegaron a ser tu compañía,
- en la soledad hiciste las estrellas solares,
- planeta tras planeta, lunas y lunas,
- al fin hiciste la tierra con los elementos del infinito.
- Te convertiste en el único “Schaddai”,
- con excelencia, abstracción, permeabilidad
- un Dios macizo entre espectro de colores,
- sagrado, puro y la castidad te distinguía.
- Todo lo microscópico está a tu vista
- nada está oculto ante la retina de tus ojos
- y la sustancia de poderes infinitos
- acompañan tu inteligencia sapientísima.
- Construiste tu trono en las regiones del universo
- con luces celestes, incorruptibles e infinitas
- llegaste a ser el eminente Dios esplendoroso
- fuente de toda la creación y origen de la vida.
- El amor te dio poder, justicia y toda sabiduría;
- luego hiciste al hombre, con los elementos de la tierra,
- del polvo y con todos los componentes del suelo
- y de los siete vientos le insuflaste el aliento de vida.
- Tus sentimientos demandaron lealtad,
- y tu egoísmo exigió adoración exclusiva,
- le pediste al hombre que fuera fiel
- y que heredara el paraíso eterno.
- El hombre escuchó tus instrucciones
- pero pronto le dio dismnesia y olvidó todo
- la vida de paraíso se torno en gritos
- lamentos, tristeza y descontentos.
- Falló tu paternidad por el libre albedrío
- se perdió la lucidez todo perdió su brillo
- el dolor infestó la tierra con epidemia eterna
- y tu enojo anegó el suelo, y ahogó las almas.
- Te dominó la tristeza y el arrepentimiento
- en el cristal de tus ojos nació el arco iris
- y prometiste nunca más traer un Diluvio
- aunque estuviste “herido en tu corazón”.
- Un poderoso trueno es tu voz en el firmamento
- tu poder es inconfundible e incomparable
- inventaste la gravedad intangible e innegable
- los ángeles del cielo sonrieron al ser creados.
- Y fueron el comienzo de tu maravillosa creación
- y te alaban, y te adoran y te dan devoción exclusiva
- llegaste a ser la madre y el padre del origen de la
vida
- pero sobre todo un Dios santo y amoroso.
- La plenitud, la intensidad, y lo sublime
- llegaron a caracterizar tu esencia y sustancia
- originaste el tiempo y el aire lo hiciste inoxidable
- y el aire fue tu imagen y el aire eres tu.
- Todo lo mayestático se asoció contigo y te identifica
- y antes de hacer todo hiciste tu primer hijo espiritual
- y llegó a estar contigo y tu soledad dejo de existir
- fue tu suprema compañía con obediencia impecable.
- Y como un mago desintegraste la composición del aire
- así creaste líquidos indestructibles convirtiéndolos en
agua
- y los cielos, el firmamento, constelaciones y galaxias
- son testigos de tu bondad, misericordia y supremacía.
- Y tus profetas celularmente se comunicaron contigo
- para clamarte “Dios vivo”, y declarar tu grandeza;
- fundaste un mundo reciclable, extraordinario,
- milagroso con maravillas estupendas y visibles.
- Implantaste las leyes de la naturaleza en el cerebro
- y los deseos, las necesidades, los sentidos,
- la inteligencia, programaste la sangre
- para que fluyera por nuestras arterias y venas.
- Dispusiste pulmones para respirar el aire,
- a los sentidos para advertirnos del peligro
- y con ellos mismos percibiéramos la felicidad,
- y las delicias de la vida, y los placeres.
- Así los ojos pudieran ver tus maravillas,
- y los límites de un precipicio abismado,
- que los oídos escucharan suaves melodías
- o el grito por ayuda de nuestros seres amados,
- Al tacto le diste el honor de poder tocar su piel
- y detectar el calor ardiente del sol, y el fuego,
- nos proveíste de olfato para oler fragancias
- y la contaminación del aire cuando lo ataca el humo.
- Al concebir el gusto lo colmaste de sustancias
- y detectores para saborear los alimentos
- agregándole ángulos para identificar
- lo amargo, lo ácido y lo salado o lo dulce.
- Y que el calor no derritiera quemando
- nuestra lengua la cual es un instrumento
- que te alaba o profiere maldiciones,
- pues proyecta la claridad de los sonidos.
- Cuando las sombras envolvían el universo
- procediste a formar el sol y la luna
- y los encendiste con electricidad
- autosuficiente y sempiterna.
- Tu furia se robusteció de enojo
- y destruiste la maldad por un instante
- más no los corazones donde vive
- y resucitó entre el silencio del tiempo.
- Procreaste a tu hijo sin casarte con María
- permitiste que Moisés le diera muerte al Egipcio
- que David adulterara con la bellísima Bat-seba
- y Rahab, ¿mintió por misericordia?
- Le aprobaste a tu hijo desobedecer
- las leyes inmortales de tu naturaleza
- cuando le permitiste caminar sobre agua,
- calmar las tempestades y el viento.
- Admiro tu misericordia y tu paciencia;
- tu lluvia sobre toda la humanidad
- el aire que nos provees diariamente
- el sol y la luna que nos alumbra.
- ¡Ad multos annos te alabo! ¡Dios Ab aeterno!
- ¡Ab origine, Ab initio del tiempo y la eternidad!
- ¡¡ Como el Señor y Rey Ad vitam aeternam !!
- ¡El Alfa y la Omega!, el principio y ¿el fin?...
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