¡LA GRAN COLOMBIA!

JOSÉ ASUNCIÓN SILVA
1860-1896

ARS

El verso es un vaso santo; ¡poned en él tan sólo,
un pensamiento puro,
en cuyo fondo bullan hirvientes las imágenes,
¡como burbujas de oro de un viejo oscuro!

Allí verted las flores que en la continua lucha
ajó del mundo frío,
recuerdos deliciosos de tiempos que no vuelven,
y nardos empapados de gotas de rocío.

Para que la existencia mísera se embalsame
cual de una esencia ignota.
quemándose en el fuego del alma enternecida,
de aquél supremo bálsamo basta una sola gota.

 
 
 

LA VOZ DE LAS COSAS

¡Si os encerrara yo en mis estrofas,
frágiles cosas que sonréis,
pálido lirio que te deshojas,
rayo de luna sobre el tapiz
de húmedas flores, y verde hojas
que al tibio soplo de Mayo abrís,
si os encerrara yo en mis estrofas,
pálidas cosas que sonréis!

¡Si aprisionaros pudiera el verso,
fantasmas grises, ciando pasáis,
móviles formas del Universo,
sueños confusos, seres que os vais,
ósculo triste, suave y perverso
que entre las sombras al alma dais,
si aprisionaros pudiera el verso,
fantasmas grises, cuando pasáis!

LOS MADEROS DE SAN JUÁN

Aserrín
aserrán!
Los maderos de San Juan,
piden queso, piden pan,
los de Roque,
alfandoque;
los de rique
alfeñique,
los de Triqui, triqui, tran!

Y en las rodillas duras y firmes de la abuela
con movimiento rítmico se balancea el niño,
y ambos agitados y trémulos están...
La abuela se sonríe con maternal cariño;
mas cruza por su espíritu como un temor extraño,
por lo que en lo futuro, de angustia y desengaño,
los días ignorados del nieto guardarán...

Los maderos de San Juan
piden queso, piden pan!
triqui, triqui,
triqui, tran!

Esas arrugas hondas recuerdan una historia
de sufrimientos largos y silenciosa angustia,
y sus cabellos blancos como la nieve están;
de un gran dolor el sello marcó la frente mustia,
y son sus ojos turbios espejo que empañaron
los años, y que ha tiempo la forma reflejaron
de cosas y de seres que nunca volverán...

Los de Roque, alfandoque,
triqui, triqui, triqui, trán!

Mañana cuando duerma la anciana yerta y muda,
lejos del mundo vivo, bajo la oscura tierra,
donde otros, en la sombra, desde hace tiempo están
del nieto en la memoria, con grave son que encierra
todo el poema triste de la remota infancia,
cruzando por las sombras del tiempo y la distancia,
de aquella voz querida las notas vibrarán...

Los de Rique, alfeñique;
triqui, triqui, triqui, trán!

Y en tanto, en las rodillas cansadas de la abuela
en movimiento rítmico se balancea el niño,
y ambos conmovidos y trémulos están...
La abuela se sonríe con maternal cariño,
mas cruza por su espíritu como un temor extraño,
por lo que en lo futuro, de angustia y desengaño,
los días ignorados del nieto guardarán...

Aserrín!
Aserrán!
Los maderos de San Juan
piden queso, piden pan,
los de Roque,
alfandoque,
los de Rique,
alfeñique,
triqui, triqui, triqui, trán!
triqui, triqui, triqui, trán!

MARIPOSAS

En tu aposento tienes,
en urna frágil,
clavadas mariposas
que si brillante
rayo de sol las toca
parecen nácares
o pedazos de cielo,
cielos de la tarde,
o brillos opalinos
de alas suaves;
y allí están las azules
hijas del aire
fijas ya para siempre,
las alas ágiles,
¡las alas, peregrinas
de ignotos valles,
que como los deseos
de tu alma amante
a la aurora parecen
resucitarse,
cuando de tus ventanas
las hojas abres
y da el sol en tus ojos
y en los cristales!

Tamen

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