LA
GALLONA

- Se decía
que tenía un clítoris del tamaño de
un pene, por eso en el burdel le
decían “La Gallona”, pero ella decía llamarse Amanda, por supuesto, era nombre
de combate.
- Amanda era
una mujer de unos treinta años, morena tizón, con buenísimas nalgas, y le
encantaba usar pelucas.
- Yo pagué
por sus "servicios" jugándomela porque la mara decía que quién se metía a coger
con ella salía culero.
- La Villa Sissy era un burdel en las
orillas de la carretera Panamericana en las afueras de Ilopango, las putas allí
costaban 20 vergas, lo cual era un platal en los 70s. Cuando yo llegaba allí generalmente
era invitado porque siendo “full time” estudiante de medicina siempre andaba
acabado.... Peor aún, la invitación generalmente era solamente para cervezas,
bailar, cueviar, pero sin coger a las putas.
- La Gallona
siempre llegaba a sentarse con nosotros, pues nos conocía, llegábamos a menudo.
Éramos una mara 3-6 jóvenes universitarios oscilando entre 20-25 años, habitualmente
era uno o dos los que trabajaban e invitaban al resto porque era famoso que los
universitarios sólo quebrados de feria andábamos.
- La Gallona
decía que le encantaban los universitarios, y lo decía con un tono tipo crisantemina
siempreviva e ipecacuana, cuando llegábamos se unía a nosotros y empezaba a
cueviarnos a todos diciéndonos a cada uno, y en diferente manera: “decidíte
papaíto, ya vas a ver que salís llorando de felicidad”.
- Pero no le
gustaba hablar de su clítoris, aunque la mara siempre le ponía en la rocola la
canción de moda de Aniceto Molina “el Gallo Mojado”.
- Entonces uno
de esos rarísimos días en que me hallé con 50 chuyas en mi bolsa ready para
gastar, me fui solito a la Villa Sissy, invite a la gallona a cervezas y a
bailar, aún indeciso y con miedo de cogérmela…, pero con varias Supremas entre
pecho y espalda decidí meterme al cuarto con ella.
- La gallona,
entonces me dice.
- -Mirá chulo, yo sé que
vos te has decidido al fin conmigo después de casi dos años, ¿hace cuánto venís
aquí?, bueno, la cosa es que vos sos como los demás y la curiosidad por verme
el clítoris, porque dicen que en lugar de cogerme, yo me los cojo y se vuelven
culeros. Apuesto que vos siendo universitario te creíste esa paja. Pero comenzá
a desnudarte pues! –me ordenó.
- Ella iba
diciendo ésto y desnudándose, entonces se acercó, y comenzó besándome y
chuleándome… luego empezó a bajarme el pantalón diciendo:
- -Pero mirá papito no
tengas miedo y para que veas… -entonces se bajó el calzón… un enorme clítoris de quizás unos cinco centímetros
de largo, rosado oscuro y erecto, surgía amenazador cual cañón de pistola.
- ¡Puta!, yo
me chiveo y doy un paso atrás.
- -Mira, sólo los chavos
de tu edad se quejan que les molesta mi clítoris cuando me cogen encima y yo sé
que es paja, porque ni que mi clítoris fuera "matabuey", es pura culerada… -y encaramándose en la cama
poniéndose en "cuatro patas" me dijo: "-Esta posición es la favorita de tu mara,
te va a gustar y te vas a ir rapidol y así no te va a molestar mi volado…”"
- Pasaron 30
años de ese gladiador encuentro con el clítoris gigante, historia que escribí
en mi diario personal la misma noche de la batalla… y era paja de la mara
pues no salí culero sino bien servido.
- La Gallona
sabía su trabajo.
- En el año
2005, cuando me encontraba en una reunión de padres de familia en la escuela de
mi hijo, y después de la reunión, pasamos a la cafetería para el refrigerio y
saludos…, allí me llevé la sorpresa de volver a ver a La Gallona trabajando en
la cocina de la escuela…, y ya toda una mujer llegando a la tercera edad y de quizás
más de 200 libras de peso…. Al verla lo primero que acudió a mi mente fue la
sobrecogedora imagen del enorme clítoris de dos pulgadas.
-
- Febrero/2009
Tamen
